¿Qué es una auditoría energética?
Es un estudio técnico sistematizado de un centro consumidor de energía (edificio, industria, instalación o infraestructura) que tiene un doble objetivo:
- Caracterizar el consumo; es decir, determinar cómo y cuánta energía se consume en cada uno de los diferentes servicios, sistemas, procesos, o productos analizados. Esto nos va a permitir, además de tener una “imagen energética” de nuestro centro consumidor, abordar adecuadamente y con precisión el segundo objetivo:
- Analizar las ineficiencias y desarrollar propuestas de mejora. Éstas se analizan y resuelven en lo relativo a la tecnología de las instalaciones, a su estado de conservación y mantenimiento, al control y utilización, e incluso a la gestión de las compras de la energía. Puede analizarse también la viabilidad de incorporar fuentes de energía renovables.
¿Cómo presta este servicio NZ Nova?
Si bien una auditoría energética es un estudio técnico a medida de cada caso, ha de ser sistemático, y su estructura y requerimientos han de estar guiados por la norma UNE 216501:2009. Existen además protocolos metodológicos desarrollados en detalle, aplicados para diferentes sectores, publicados por el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía (IDAE.)
En cualquier caso, NZ Nova desarrolla una auditoría energética siempre en las siguientes fases:
1) Recopilación previa de documentación e información sobre el centro consumidor.
2) Inventario in situ. Toma de características de los equipos, de su uso y control, de los procesos y servicios asociados, etc. Puede incluir mediciones de variables físicas (térmicas, eléctricas, lumínicas, etc.) para caracterizar los consumos con una mayor precisión, así como para detectar determinadas ineficiencias.
3) Análisis. Caracterización de los consumos. Detección y análisis de ineficiencias.
4) Estudio de mejoras. Dimensionamiento, cálculo de ahorros y de inversiones asociadas. Estudio de viabilidad/ rentabilidad. El estudio se realiza en términos energéticos, económicos y ambientales.
¿Cabe más de un alcance técnico?
Las auditorías deben adaptarse a la dimensión del problema. Para ello un acercamiento apropiado puede ser acometer un alcance creciente, de tal manera que en función de la dimensión del caso y de las potencialidades detectadas en cada paso, se ejecute la fase siguiente. Así tendremos:
Diagnóstico. Normalmente abarca a todo el centro consumidor. Caracterización básica, a partir de facturas energéticas y de un inventario de consumidores principales. Ineficiencias principales: cálculos de potencial mediante índices o benchmarking. Propuestas de mejora generales, sin entrar en detalle.
Auditoría. Puede abarcar a todo o parte del centro consumidor. Caracterización detallada de consumos. Apoyo en mediciones energéticas. Contabilidad energética. Análisis de ineficiencias y estudio de mejoras pormenorizado. Aproximación de ahorros e inversiones con cierta precisión.
Auditoría de inversión. Normalmente orientado a servicios, sistemas o procesos concretos seleccionados en fases anteriores. Caracterización muy detallada de los consumos. Estudio de mejoras en profundidad incluyendo incluso elaboración de proyectos básicos para el estudio pormenorizado de las inversiones, ofertas de proveedores, etc. Orientada principalmente a proyectos de servicios energéticos.
Este alcance creciente es recomendado por prestigiosas asociaciones del sector como A3E en España, o ASHRAE en Estados Unidos.
¿Qué elementos se analizan?
En los edificios se analiza tanto la envolvente (aislamientos, huecos, infiltraciones, protecciones solares, iluminación natural etc.), como las instalaciones de climatización (generación de frío y calor, distribución: aislamiento, bombas y ventiladores, emisores, regulación y control, etc.), las de iluminación (fuentes, equipos, luminarias, regulación y control), y otras como ACS, ascensores, ofimática, etc.
En la industria se analizan tanto los procesos específicos, como las denominadas tecnologías horizontales y servicios generales (aire comprimido, generación de vapor, frío industrial, iluminación, climatización, etc.)
En las instalaciones de alumbrado público se analizan lámparas y equipos, luminarias, escenarios, y regulación y control
¿Cuándo debo realizar un diagnóstico energético?
Cuando, como usuarios de la instalación, podamos responder afirmativamente a una o varias de las cuestiones como las siguientes, es conveniente llevar a cabo un diagnóstico o auditoría energética:
- La energía es un elemento importante en mi estructura de costes.
- No he realizado nunca ningún tipo de diagnóstico energético.
- Todas o parte de mis instalaciones consumidoras son antiguas.
- No tengo un contrato de mantenimiento preventivo, o aún teniéndolo, desconozco si se viene ejecutando adecuadamente.
- Desconozco cuánta energía consumo y no soy capaz de atribuirla a cada parte de mi actividad. Tan solo sé que la factura energética (€) cada vez es más elevada.
- Conozco mis consumos totales, y sé, a través de datos de benchmarking del sector, que mis ratios energéticas básicas están por encima de los valores medios de mi sector (kWh/ m2, kWh/ usuario, kWh/ € facturado, kWh / litro producido, etc.)
- Detecto falta de confort en mi inmueble en todas las épocas del año.
- No conozco apenas cómo se opera mi sistema, quién y cómo se encarga de encenderlo y apagarlo, regularlo, etc.
Beneficios derivados de hacer una auditoría energética
Los beneficios de llevar a cabo una auditoría energética se resumen en tres:
- Me permiten conocer del coste de la energía en la estructura de costes de los servicios, productos, procesos, etc. que realizo. Esto es importante para conocer la rentabilidad real de éstos, y para elaborar cualquier estrategia de posicionamiento de precio en el mercado, o de reducción sistemática de costes.
- La auditoría energética es un apoyo sólido y fiable para la toma de decisiones de inversión en mejoras, desde el punto de vista económico y financiero.
Los resultados permiten desarrollar las políticas ambientales y de RSC de la compañía. Esto genera una imagen muy positiva, tanto de cara al cliente, como al accionista, o al conjunto de la sociedad.